Dios abrió la puerta del dormitorio de sus ángeles y encontró una montaña de plumas en el medio del gigante lugar. Había también un colchoncito de 45 cm de plumas desparramada por todo el piso. Era tiempo de cambio de plumas en el cielo, pero no iba a aceptar que fueran tan desordenados como para dejar así su habitación, eso era un desastre.
-Pero… ¿Qué son ustedes? ¿ Árboles que pierden las hojas en otoño? Esto es un peluchero!- . Gritó enojado tata Dios.
A ver, Ángel guardián, que limpien esto inmediatamente, pero… ¿Donde están todos?-
De pronto Dios se acordó: hoy era el día libre de los ángeles y les tocaba ir a jugar a la tierra con los chicos. Entonces, infló sus pulmones sobrenaturales y de un solo soplo limpió todo el cielo de plumas…
… En un balcón del cuarto piso, veo nevar por primer vez en mi vida.
-¡Parecen plumas! – Le dije a mi marido. – Plumitas que caen… como si Dios hubiera estornudado cerca de sus ángeles y nos mandara este regalo de blancura-.
¡Y eran plumas!